Fui un síndrome metabólico sin quererlo
Ganado a fuerza sin saber que ponía el combustible equivocado al vehículo que me pasea por la vida, mi cuerpo.
Quiero perder kilos y recuperar mi energíaAlimentos inflamatorios con exceso de hidratos (azúcares)
El exceso de azúcares eleva la insulina y provoca resistencia e inflamación. Esto favorece la acumulación de grasa y aumenta el riesgo de síndrome metabólico.
Sedentario y con malos hábitos
Reduce la sensibilidad a la insulina y favorece el acumular grasa, inflamación y agrava el desequilibrio metabólico.
Mala gestión del estrés
El estrés crónico eleva el cortisol, favorece la resistencia a la insulina, la inflamación y el almacenamiento de grasa, que son factores clave en el síndrome metabólico.
DIETISTA INTEGRATIVO Y COACH NUTRICIONAL EXPERTO EN PSICONUTRICIÓN ANTIINFLAMATORIA
Te enseño a no necesitarme
Ayudo a personas con síndrome metabólico y patologías inflamatorias a transformar su salud a través de:
Alimentación antiinflamatoria
Estudio epigenético para optimizar tu salud
Gestión del estrés para vivir con paz
Te ayudo a recorrer el camino que hice para cambiar mi vida y recuperar mi energía

2 AÑOS
¡Vaya, futuro me me esperaba!
Panza cervecera, sin energía, cansado y con sueño todo el día…
Con 3 años, ya lo tenía claro: mi yo del futuro sería un poco desastre en temas de salud.
De niño era agilidad y vitalidad; pero mi yo de 35 años, sería incapaz de subir escaleras sin resoplar y dominaría el arte del sedentarismo: comida rápida, sofá y cero ejercicio ¿Mi legado? Un cuerpo en huelga y un hombre pegado a una barriga VIP.

Adolescencia
A los 28, mi profecía infantil se cumplía: opositor a enfermar era mi especialidad. Café, ultraprocesados, sofá y estrés eran mi estilo de vida.
El gym, un mito; el agua, un rumor. Mi barriga VIP crecia de tamaños, y cada intento de ponerme en forma terminaba en palabras sin acción.
¡Mi tripa no me permitía ver mis pies!
Pero yo, sin saberlo y con constancia admirable, seguía regando cada día con mis hábitos la planta del síndrome metabólico naciente.

33 AÑOS
A los 33, mi barriga VIP era jefa de mi cuerpo. Parecía Hulk, la ropa se ajustaba más, mi vitalidad un recuerdo y cada escalón parecía el Everest.
Sabía que debía cambiar, pero… ¿por dónde empezar? Dietas milagro, consejos contradictorios, mientras comía carbohidratos.
La intención estaba, pero mi disciplina estaba en huelga. Algo tenía que cambiar, y rápido, antes de convertirme en un experto en excusas.

36 AÑOS
A los 36, la barriga VIP ya era supina y la papada tenía sucursal propia.
Respirar fuerte era mi nuevo cardio y el reflejo del espejo… bueno, él y yo evitábamos el contacto visual.
Los intentos de cambio quedaron en promesas post-navideñas. «Mañana empiezo» se convirtió en mi mantra, pero ese mañana nunca llegaba. Mi alimentación seguía siendo una oda al ultraprocesado, el ejercicio un recuerdo lejano y la báscula, mi enemiga.
Sabía que mi yo de 3 años estaría decepcionado. Pero entre la pereza y el apetito, empezó a surgir una pequeña chispa: ¿y si esta vez sí cambiaba de verdad?

47 AÑOS
A los 47, sin darme cuenta, algo empezó a cambiar. No fue una dieta milagro ni un entrenamiento extremo. Fue un pequeño gesto: hidratarme mejor.
Un amigo insistió en que probara un agua con hidrógeno molecular. «Reduce el estrés oxidativo», me dijo. Sonaba a charlatanería, pero no tenía nada que perder… excepto kilos y fatiga.
Los primeros días, noté un gran cambio. Luego, sin saber bien cómo, dormía mejor, me despertaba con más energía y mi digestión dejó de ser una montaña rusa. Lo más raro: comencé a rechazar ciertos alimentos y, por primera vez, el agua ganó un papel protagonista en mi vida. Mi inflamación bajó poco a poco.

51 AÑOS
A los 51, el reflejo en el espejo ya no es el de aquel hombre inflado y agotado. He cambiado. No solo había perdido peso, sino que mi energía, mi claridad mental y mi salud estaban en su mejor momento.
Todo empezó con un agua cargada de hidrógeno molecular, pero no se quedó ahí. Mi cuerpo me guió: al limpiar el estrés oxidativo, mis elecciones alimentarias mejoraron, mis hábitos se transformaron y mi curiosidad se despertó.
¿Cómo podía ser que algo tan simple como cambiar mi hidratación había encendido la chispa del cambio tan profundo sin saberlo?
Todo este proceso que me llevó enfermar y no fue solo un punto de quiebre en mi vida, fue el inicio de una búsqueda profunda de las causas. Necesitaba comprender por qué mi cuerpo había dicho “basta”. Me formé para entender, de verdad, qué había detrás de mis síntomas. Por eso me adentré en el mundo de la dietética y la nutrición. A lo largo de ese camino descubrí una verdad que lo cambió todo: el cuerpo no enferma por casualidad. Detrás de cada dolencia hay factores epigenéticos, tejida día a día con nuestros hábitos, nuestras emociones y cada pequeña decisión que tomamos cuenta.
Soy Dietista Integrativo y Coach Nutricional, especializado en Psiconutrición Antiinflamatoria, con una profunda vocación por acompañar a las personas en sus procesos de transformación física, emocional y alimentaria. Desde una perspectiva integral, ayudo a mejorar la relación con la comida, con el cuerpo y con uno mismo, entendiendo la nutrición como una vía de autoconocimiento, reparación y empoderamiento personal.
Mi formación de base como Licenciado en Pedagogía me ha permitido integrar una mirada educativa y sistémica en los procesos de cambio. A esto se suma una sólida trayectoria en la que aplico los principios de la Psiconeuroinmunología (PNI) en el marco educativo y de hábitos de vida, para acompañar en procesos de salud desde la biografía, las emociones y los hábitos de vida. Esta visión me permite trabajar con profundidad en la raíz emocional de los síntomas, el impacto del entorno, la historia de vida y los patrones de conducta que condicionan la relación con la comida y la salud.
Pasé de ser parte del problema, a ser parte de la solución. Te acompaño a ser parte del cambio que quieres ser para que te encuentres bien con quien eres.
Ahora, soy mi propio ministro de sanidad. No espero que alguien más cuide de mi salud, lo hago yo. Y si mi historia sirve para que otros despierten antes de llegar al punto en el que estuve… solo entonces, todo este viaje personal ha valido la pena.
He recorrido el camino de la transformación personal y ahora te acompaño como un sherpa en esta viaje de regreso hacia una vida plena, guiándote para que recuperes tu energía y vitalidad de nuevo.
CAMBIÉ MIS MALOS HÁBITOS VITALES POR :
10.000 pasos
Para activar el metabolismo, reducir la inflamación y prevenir enfermedades cardiovasculares.
1.800 – 2.200 Kcal/día
Distribuidas en alimentos reales, antiinflamatorios y adaptadas a tu gasto energético.
7-9 horas de sueño nocturno
Para regular hormonas, regenerar tejidos y mantener la salud mental.
1-2 horas h/día con presencia
Tiempo de calidad para ti: sin pantallas, sin prisa. Leer, pasear, respirar, conectar.
Cambié la enfermedad metabólica y los malos hábitos por un estilo de vida saludable lleno de energía y vitalidad
«Cuando me diagnosticaron diabetes tipo 2 sentí que el suelo que pisaba se caía bajo mis pies. Esta enfermedad representaba una sombra oscura en mi vida familiar asociada a todo tipo de patologías.»
Mi diabetes tipo 2 fue el resultado de años de hábitos poco saludables, estrés, sedentarismo, descanso insuficiente, unido a una dieta, que sin de saberlo, me había llevado directo a la enfermedad y futuras patologías que juré que evitaría.
«Cambié de rumbo para ser parte de una solución, dejando de manera definitiva de ser parte del problema.»
Mi recuperación se enfocó en los siguientes pilares

Dieta y nutrición sabrosa bien pensada
¿Pondrías a tu coche un combustible que lo estropea o pondrías el adecuado para que tenga energía y dure años?

Ejercicio y ruptura del sedentarismo
No paramos porque envejecemos, envejecemos porque nos paramos.

Gestión del estrés y nuevos hábitos
La genética es solo el 5% de lo que nos sucede, por el contrario, nuestros hábitos de vida mandan en un 95%.

Reordenación de mi cronobiología
La noche está creada para dormir, que es nuestro taller maestro de reparación biológica. 80%-20% es el secreto.